
No es la primera vez que desde estas paginas venimos advirtiendo que conductas por lo menos riesgosas, para no decir temerarias, en el transporte, las cuales relajan condiciones de seguridad ponen en riesgo la vida de los pasajeros o directamente causan la muerte de ellos como en el caso del avión de LAPA.
En los países civilizados, y aun en los meramente tecnificados, normalmente cuando estas actividades temerarias terminan en accidentes con victimas, la justicia hace sentir el peso de la ley a los responsables de tales actos que deberían haber medido un poco mejor sus acciones y normalmente los guardan durantes largos periodos para que mediten mejor sobre sus actos.

Este accionar, no solo normalmente conforma a los familiares de los muertos, si no que además obliga a revisar las normas y procedimientos para que ello no vuelva a pasar y además pone un freno a la voracidad y egoísmo de los empresarios que en su afán de lucro relajan medidas de seguridad las cuales siempre son onerosas.
Con lo de LAPA queda demostrado que si se junta suficiente plata, solo hay que poner el tiempo suficiente para que la causa expire y no temer por las consecuencias, legales por lo menos, por los actos riesgosos cometidos en perjuicio de pasajeros que terminan siendo victimas indefensas.

Hoy todos nuestros micros aviones y trenes son un poco mas inseguros de lo que fueron ayer.
Es mi deseo que hoy los jueces de la causa, o sus hijos o sus nietos, solo deban tomar un avión con destino a Córdoba, y experimenten en carne propia el miedo que ellos mismos han contribuido a crear con su correcto fallo ajustado a derecho.
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