Día a día, los pasajeros que eligen los trenes para movilizarse a la capital federal tienen que soportar no sólo el mal estado de las formaciones sino además el lugar en donde deben permanecer esperando. Bancos rotos, techos pequeños que no bastan para resguardar del calor del verano, ni del frío del invierno, baños en mal estado o clausurados, son algunas de las condiciones a las que los usuarios deben “acostumbrarse”.
Hace años que viajar en tren es cada vez más problemático. A los inconvenientes ocasionados por los vidrios rotos o los asientos casi imposibles de utilizar, se le suma que la espera para poder viajar se torna incómoda. En Gonnet, por ejemplo, el espacio cubierto para aguardar es pequeño y no existen espacios cómodos. Sólo hay disponible unos bancos de maderas resquebrajadas.
Aunque la boletería está abierta, hay un teléfono público que no funciona. Los baños parecen haber sido renovados hace poco tiempo. Sin embargo al ingresar se debe detener el paso por la presencia de las moscas. La limpieza del lugar sigue siendo insuficiente.
Ana María Dubois es una vecina que toma el tren todos los días y comenta “el servicio es un desastre. Como vengo todos los días conozco a la gente y es macanuda, pero con eso no hacemos nada porque todos los coches están todos rotos”.

No hay comentarios:
Publicar un comentario